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Mostrando entradas de abril, 2010

No hagas cosas buenas que te sacarán los ojos. Segunda Parte.

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La frase que da nombre a una entrada de este blog por segunda vez, no augura un buen destino a aquellos a quienes se les aplique, sin embargo, las historias a las que podría servir de moraleja, son muchas. Enumerarlas, aparte de tedioso y aburrido, es imposible; así que es mejor olvidar ese detalle. Es mejor recordar, como todo el mundo sabe que cuando se desea ejemplificar una situación en la historia que ha pasado más de una vez, se puede hablar de la que sucedió en tiempos del Imperio Romano. Seguramente será de las más interesantes y de los mas bellamente ejecutadas. Como decía Marx, quien a su vez recordaba a Hegel, los momentos de gran importancia en la historia ocurren primero como un drama y después... como una farsa. De ahí que me atreva a pensar que estos actos degenerán cuantas más veces se repitan en el tiempo. Es por eso del descontento y asco vomitivo in crescendo hacia las absurdas pantomimas de los guiñapos políticos de nuestros días, pero eso es otro tema. Sabemos

No hagas cosas buenas que te sacarán los ojos.

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Jugaba con una amiga a combinar refranes cuando a ella se le ocurrió la ingeniosa sentencia que da título a esta entrada. He decidido no darle el crédito y no mencionar su nombre, por que ella no tiene blog, ni tuit ah y lo escribió en facebook y eso no cuenta, por lo que es bastante probable que no se entere, a menos que lo googlee y entonces llegue a está entrada, que de hecho ya ha pasado, cuando esto era un inocente tuit, que yo sé, la tomará como la pequeña broma que es, y nos podremos reír de esto en el futuro mientras contemplamos un atardecer. Como sea, lo importante aquí es el neo refrán que ha surgido para enriquecer nuestra querida sabiduría popular. Me he quedado pensando un largo rato sobre lo atinada que es. Dos imagenes vinieron a mi mente, la primera fue cierta película que vi años atrás cuyo nombre no recordaba, pero que gracias a la magia del internet, revisé que se llama Manderley, de Lars Von Trier, la segunda parte de la trilogía de la cual forma parte Dogville, q

Entrada Bizantina

El imperio que ahora denominamos como Bizantino, el imperio Romano de Oriente, jamás uso para sí ese término como apelativo, para sus habitantes ellos nunca dejaron de ser Romanos, aún después de adoptar el griego como idioma oficial. El termino Bizantino fue usado por un historiador alemán del siglo XVI para diferenciarlo de los periodos clásicos de grecia y roma. Pero la mayoría de los prejuicios, con los que se ha cargado a la palabra bizantino, se acumularían y resplandecerían con todo su patético brillo en muchas obras decimonónicas, principalmente de aquellos autores que pertenecen a aquellas naciones que nunca aceptarán al Imperio con capital en Constantinopla (llamada por sus habitantes como Nueva Roma) como el “legítimo” heredero de la Roma clásica. Precisamente aquellas naciones que descienden de los bárbaros que en su admiración por Roma y deseos de ser Romanizados destruyeron la fracción occidental del imperio. Así pues, en las obras de sus intelectuales se encargaron de bo